lunes, 4 de febrero de 2019

Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y solo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras

cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sé cuál de los dos escribe esta página.

FIN



Jorge Luis Borges


Todos somos mas de uno, si claro, pero me refiero a que cada uno de nosotros tiene mil caras una por cada lugar y personas con las q interactuamos, todas estan basadas en uno mismo llevando a que todas sean sutilmente parecidas ahi es donde Borges se queja de Borges donde no tiene otra forma de intentar atrapar su propia individualidad que a travez de el Borges publico. El intenta ser uno pero la sociedad lo llevo a ser mas de uno y esa multifacetidad de su ser lo atormenta.

Nosotros no somos Borges somo gente comun pero aun asi tenemos una figura publica la cual nos mostramos a los demas y a unas pocas personas le mostramos otras versiones mas personalizadas de esa misma persona por q a esos sujetos son a los que tenemos mas comprension o confianza.

Cada tanto, MUY cada tanto aparece alguien que nos permite mostrarnos sin personajes y sin caretas esa gente es la que realmente queremos en nuestras vidas, la que nos permite ser nosotros mismos sin justificaciones ni reprimiendas.

A esas personas a las cuales nos mostramos tan abiertamente es la misma que esperamos no nos lastime ya que conocen nuestras formas mas vulnerables.

Cuidado con esas pocas personas hay veces q son falsos o realmente no comprenden el regalo q estan recibiendo, tristemente esas son las personas q tambien permitan q el arte exista y a q no hay arte sin sufrimiento.